—Ana, ¿dónde estás ahora?

La voz de Gabriel llegó desde el otro lado de la línea.

Escuchando con atención, se podía notar un ligero temblor en su voz.

Ana reprimió la extraña sensación que surgió en su pecho —¿Qué pasa? Estoy en el hospital.

—Voy para allá ahora mismo.

Gabriel colgó casi de inmediato, y pronto Ana supo la razón.

En su teléfono apareció una notificación de tendencias.

#SospechosoConCuchilloSecuestraANiñaEnTerraflor...#

Al entrar al enlace, vio que la publicación incluía un video.

Por el ángulo y la inestabilidad, probablemente fue grabado por otro cliente de la cafetería.

El video no era largo, apenas cincuenta segundos.

Al verlo completo, Ana comprendió todo.

Gabriel la había visto.

Entre toda esa multitud, aunque solo se veía su perfil, para alguien tan enamorado como Gabriel, había sido suficiente.

La popularidad del tema seguía aumentando.

La indignación pública crecía cada vez más.

[Dios mío, qué horrible. ¡No puedo creer que en pleno siglo XXI sigan pasando cosas