Ahora Ana miraba a Isabella con la misma malicia que esta solía mostrar hacia los demás.
Lucía hacía lo mismo.
En ese momento, el rostro de Isabella pasaba del rojo al pálido, sintiendo tanta humillación que hubiera deseado que la tierra se la tragara.
¡Nunca imaginó que algo tan privado hubiera sido descubierto por Mateo!
¡Ana!
¡Seguramente Ana la había delatado!
¡Estaba celosa porque ella le había arrebatado su posición en los Ramírez! ¡Su corazón oscuro no soportaba ver a Isabella viviendo cómodamente!
La furia en los ojos de Isabella parecía a punto de estallar.
El enojo le provocaba mareos y hacía temblar todo su cuerpo.
— Mateo, no creas lo que dice Ana. Las cosas no son así, déjame explicarte...
Después de calmarse a duras penas, Isabella intentaba desesperadamente explicarse.
El rostro del hombre permanecía implacable, sin mostrar emoción alguna. Su mirada hacia ella era terriblemente fría.
Samuel se levantó para defender a su hermana, pero apenas comenzó a hablar, Mateo lo int