Ahora Ana miraba a Isabella con la misma malicia que esta solía mostrar hacia los demás.Lucía hacía lo mismo.En ese momento, el rostro de Isabella pasaba del rojo al pálido, sintiendo tanta humillación que hubiera deseado que la tierra se la tragara.¡Nunca imaginó que algo tan privado hubiera sido descubierto por Mateo!¡Ana!¡Seguramente Ana la había delatado!¡Estaba celosa porque ella le había arrebatado su posición en los Ramírez! ¡Su corazón oscuro no soportaba ver a Isabella viviendo cómodamente!La furia en los ojos de Isabella parecía a punto de estallar.El enojo le provocaba mareos y hacía temblar todo su cuerpo.— Mateo, no creas lo que dice Ana. Las cosas no son así, déjame explicarte...Después de calmarse a duras penas, Isabella intentaba desesperadamente explicarse.El rostro del hombre permanecía implacable, sin mostrar emoción alguna. Su mirada hacia ella era terriblemente fría.Samuel se levantó para defender a su hermana, pero apenas comenzó a hablar, Mateo lo int
— Mateo, lo siento, si hice algo mal me disculpo, por favor no actúes así... —las lágrimas de Isabella caían con más fuerza.Desde su transformación, había adoptado el estilo de una bella deslumbrante. Pero después de recibir una bofetada y tener té derramado sobre ella, llorar nuevamente resultaba casi ridículo.Un destello de repugnancia cruzó rápidamente la mirada de Mateo.— Señorita Isabella, con tanta gente presente, ¿está segura de que quiere que revele todo lo que ha hecho?La voz profunda del hombre pesaba sobre Isabella como una montaña.Ella había enviado el mensaje para que Mateo viniera a apoyarla, no a hundirla.Isabella estaba aterrada. Temblando, escapó llorando.Con uno de los protagonistas fuera de escena, la atención volvió naturalmente a Viviana y los demás.Durante el alboroto de Isabella, Viviana ya había tomado una decisión.Secándose las lágrimas, habló con una voz que reflejaba cansancio y determinación:— Samuel, separémonos en buenos términos. Divorciémonos.
— ¡Mocoso insolente, ¿no sabes en qué territorio estás?!— ¡¿Y qué con los Urquiza?! ¿Acaso piensas ir a acusarnos? ¡Quisiera ver si tienes la oportunidad!— ¡No huyas!...Sonidos confusos llegaban a través del teléfono.Ana primero miró el nombre del contacto y luego frunció el ceño.— ¿Selina?Nadie respondió.Solo se oían aquellos ruidos caóticos de fondo.Ana no colgó. En lugar de eso, se dirigió rápidamente a buscar a Gabriel.Su llegada sorprendió a todos. Gabriel estaba a punto de enviarle un mensaje cuando ella apareció.En ese momento, solo él se encontraba en la habitación.— Esposa —la llamó, pero Ana lo interrumpió con urgencia.— Señor Urquiza, ¿tiene usted el contacto de Andrés?Si recordaba correctamente, Andrés era un experto en hacking.Necesitaba urgentemente a alguien así para localizar la posición exacta de Selina.Ni siquiera necesitaba intuición femenina para saber que Selina estaba en problemas.Aunque no entendía por qué la llamada había llegado a su teléfono,
Después de siete años de noviazgo y compromiso con Mateo Herrera, Ana Vargas decidió romper la promesa. Pasaron dos horas hasta que recibió una respuesta, en la que él insistía en hablar con ella en persona.La cafetería estaba muy fresca por el aire acondicionado, mientras afuera el sol se ponía y el cielo se oscurecía de forma gradual.Cada vez que cerraba los ojos, veía las impactantes imágenes de Mateo e Isabella Ramírez juntos. Mateo era su prometido, e Isabella, la hija biológica que los padres adoptivos de Ana acababan de encontrar. Mientras tanto, Ana estaba sola en el hospital, conectada a un suero para aliviar los dolores menstruales, cuando los descubrió abrazándose de manera íntima.¿Y quién era Mateo? Nada más y nada menos que el heredero de una de las familias más prestigiosas de Terraflor y presidente de Herrera Enterprises, un hombre cuyo tiempo era tan valioso que ella tenía que programar citas con semanas de anticipación.Sin embargo, ahora encontraba tiempo durante s
El repiqueteo de la lluvia se mezclaba con las palabras mientras Mateo sentía cómo su corazón se estrujaba al ver la figura decidida de Ana alejándose de él.—Perfecto Ana, ¡ya veremos si no te arrepientes! —murmuró entre dientes.Ana apenas vaciló antes de continuar su camino sin voltear. La lluvia arreciaba con fuerza mientras ella sujetaba vientre con una mano, tratando de aliviar el dolor, y con la otra intentaba conseguir transporte. Los minutos se convirtieron en media hora sin que ningún conductor aceptara su solicitud, hasta que tras cambiar de aplicación y subir la tarifa a cincuenta dólares, finalmente logró que alguien aceptara el viaje.Llevaba apenas cinco minutos esperando cuando su teléfono vibró con una llamada de Laura.—¿Es cierto que acabas de verte con Mateo? —le recriminó Laura.Ana se encogió ligeramente, masajeándose el estómago adolorido, y respondió con desprecio:—¿Y desde cuándo tengo que darte explicaciones sobre con quién me veo?Desde que Isabella había re
Al día siguiente, la alta sociedad de Terraflor se reunió para la gran celebración. A tres horas del inicio de la fiesta, los invitados de los Herrera comenzaron a llegar en lujosos vehículos, lo que hacía que el único taxi de aplicación destacara de manera notoria, y las miradas se dirigieron rápidamente a Ana cuando descendió de él.—¿Qué está sucediendo? ¿Ana está tan mal que tiene que viajar en taxi? ¿Mateo no le mandó un auto? —murmuraban algunos curiosos.—Pobrecita, los Ramírez la echaron, y después de tantos años aún no logra casarse con un Herrera. Seguro ese compromiso está por romperse —comentaban otros.Ana entonces se vio rodeada de murmullos y miradas furtivas; algunas de lástima y otras de malicia. Sin embargo, los ignoró mientras avanzaba decidida hacia la habitación de Carlos. Al llegar, levantó la mano para tocar, pero una conversación al otro lado la detuvo.—Mateo, pronto tendrás tu propia familia, por lo tanto, debes ser más cuidadoso con tu comportamiento —decía e
—Lo siento muchísimo, no me fijé —se disculpó una voz femenina con evidente malicia.El vestido de Ana, que llegaba hasta los tobillos, ahora tenía un profundo rasgón en el muslo que dejaba ver su piel blanca. Al volverse, se encontró con una cara familiar: Paula, la hermana menor de Mateo. No era la primera vez que le hacía una jugarreta de ese tipo. En el pasado, por respeto a Mateo, Ana siempre había optado por callar, pero ahora... ¿qué importaba?Casi todos los presentes observaban la escena, asombrados, esperando que Ana hiciera el ridículo. Paula la miraba desafiante, pero cuando vio que Ana tomaba una copa de la mesa con tranquilidad, un mal presentimiento la invadió.Efectivamente, entre los gritos de Paula, Ana le derramó la bebida sobre su costoso y delicado vestido.—Disculpa, se me resbaló —dijo Ana con una sonrisa enigmática, arqueando una ceja.La audacia del gesto hizo que varios contuvieran el aliento por un momento.—¡Ana! ¿Estás loca? —gritó Paula.Era el cumpleaños
La declaración de Gabriel los sorprendió a los tres. ¿Desde cuándo era tan amable? Por lo que Mateo recordaba, su tío era un hombre frío y distante, siempre dedicado a la investigación científica en el extranjero, sin mostrar ni la más mínima cercanía con nadie. ¿Y ahora se ofrecía amablemente a llevar a Ana?Mateo frunció el ceño, sintiendo una inexplicable inquietud. —Tío, yo puedo llevarla.—Es el cumpleaños de Carlos y tienes muchas cosas que atender. No te preocupes —respondió Gabriel, alternando la mirada entre Mateo e Isabella, con una sonrisa burlona en los labios.Isabella se tensó, sintiéndose incómoda ante la presencia intimidante de aquel hombre. ¿Qué tan cercano era con Ana? No pudo evitar especular, aunque la envidia hacia Ana predominaba en ella.Ignorando por completo a la pareja, Gabriel abrió la puerta trasera del auto, mientras decía: —Señorita Vargas, por favor.A esas alturas, Ana no tenía razones para rechazarlo, por lo que se montó en el vehículo sin más. Mien