Tenían exactamente la misma ubicación que Gabriel.
Anteriormente, Tadeo había ido a visitar a Andrés y escuchó algunos chismes.
Uno de ellos era que a Giana le gustaba Gabriel.
Por supuesto, esto era un amor unilateral.
Incluso podría considerarse acoso sexual.
¿Un sapo queriendo comerse a un cisne? ¿Acaso no conocía sus propios límites?
—¿Giana?
El nombre le sonaba familiar.
Tras la explicación de Tadeo, Ana finalmente recordó quién era.
Aquella ingenua que había gastado millones comprando su apartamento.
Su intención era aprovechar la cercanía para conquistar a Gabriel siendo su vecina, pero apenas lo compró, Gabriel encargó a un agente inmobiliario vender su casa.
Ana apostaba a que cuando Giana recibió la noticia, se puso verde de rabia.
Tadeo resopló.
—Ana, tranquila, Gabriel jamás se fijaría en ese tipo de mujer. Esa táctica de perseguirlo constantemente solo le causará repulsión.
Desde su punto de vista, la única persona digna de Gabriel era Ana.
Además, tanto Andrés como Jorge