Desde la última vez que se vieron, había pasado bastante tiempo, en algún momento de este año.
Mariana había regresado del extranjero a Terraflor y les había dicho que a partir de ahora se quedaría en el país para desarrollar su carrera, que no se marcharía más.
Sobre esto, todos sabían perfectamente la verdad.
Que Mariana estaba enamorada de Gabriel era prácticamente de conocimiento público.
Por Gabriel, ella, con veintiséis años, seguía soltera.
Entre las chicas de su edad, parecía una especie de rareza.
Los Vargas le habían aconsejado más de una vez con sutileza que se fijara en otra persona, que con Gabriel era imposible.
Si hubiera sido posible, después de perseguirlo durante más de diez años, ¿podría Gabriel seguir siendo tan insensible?
—¡Tadeo!
Mientras Tadeo sudaba profusamente sin saber qué hacer, Mariana ya lo había visto.
La mujer levantó la mano, saludando al joven.
Tadeo mostró una expresión más tensa que una sonrisa y se acercó con dificultad.
—Mariana.
Se colocó junto a