Capítulo 174
Tres días después.

Ana acababa de terminar su transmisión en vivo y estaba organizando el material que podría editar por separado cuando Tadeo apareció en su puerta.

El joven vestía el uniforme del colegio Terraflor, rebosante de juventud.

Pero su rostro mostraba una expresión afligida.

—Ana, tienes que ayudarme, por favor. Si no me ayudas, puede que no vea el sol mañana —suplicó Tadeo.

—Seguro que no quieres que me pase nada malo, ¿verdad?

Con una retórica exagerada, Tadeo expresó su difícil situación.

Juntó las manos y miró a Ana con ojos suplicantes, pareciendo un perrito abandonado.

Ana le lanzó una manzana.

—Primero dime de qué se trata.

—Ana, ¿sabes que estoy en el último año, no? Mañana habrá una reunión de padres en la escuela. No me fue bien en el examen mensual y no me atrevo a decirles a mis padres que vayan.

Todos en la familia Vargas eran inteligentes.

Tadeo tampoco era tonto.

Pero su inteligencia no la aplicaba a los estudios; era muy juguetón y, sin importar qué métodos
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