Javier le pedía consejo a Gabriel con sinceridad.
Gabriel se resignó.
No debería haber venido esta noche.
Gabriel: —Me autoconvencí de que ella nunca se casaría con Mateo.
Era la pura verdad.
Cuando descubrió que Ana era la prometida de su sobrino, Gabriel había mandado investigarla a fondo.
En ese momento, ya había descubierto la relación peculiar entre Mateo e Isabella.
Una estudiante universitaria pobre y sin contactos que se hacía amiga del heredero de los Herrera.
Era algo que no cuadraba desde ningún ángulo.
La situación actual confirmaba perfectamente sus sospechas de entonces.
Javier: —¿Por qué estabas tan seguro? Aunque no se casara con tu sobrino, ¡podría haberse casado con cualquier otro!
Alguien tan excepcional y hermosa como Ana no carecía de pretendientes.
Si no fuera por su ingenuidad en temas del amor, probablemente tendría decenas de novios.
Cuestionado así, Gabriel no se molestó.
Levantó sus párpados con pereza, sus pupilas profundas y oscuras.
—¿Crees que Ana se conf