Al día siguiente.
Hacia el mediodía Rebeca salió.
Hacía tiempo que Ana y ella no se veían, y Ana la echaba mucho de menos.
Al entrar en el restaurante y llegar al reservado, Ana nada más verla corrió hacia ella: —¡Rebeca!
Rebeca se rio y le tendió la mano para abrazarla: —Ana, cuánto tiempo sin verte.
Era la primera vez que Rebeca venía a este restaurante.
Mientras comía, todos los platos le parecieron muy buenos y de su gusto.
Hugo había reservado entradas de cine para poco después de la una y después de comer, entraron en el cine para recoger las entradas.
Antes de registrar las entradas en la sala del cine, Ana quiso palomitas, y antes de que Hugo se las comprara le preguntó: —¿Grandes o pequeñas?
—¡Grandes! Me las comeré contigo y Rebeca.
Hugo sonrió: —Bien.
Al entrar, Ana se sentó en el centro.
Nada más sentarse, acunó las palomitas en su regazo y las abrazó, se comió una para ella y luego instó a Rebeca a que se las comiera.
Rebeca se acercó, tomó una y le dio un mordisco.
Despué