Capítulo XXXIX

Ser guardián implica anteponer tu vida por los demás. Desde muy joven, supe que sería mi vocación, dado que me amedrantaba con esas noticias. Estaba segura de ser parte de la Guardia y lo conseguí sin dificultad alguna. Sin embargo, nunca me imaginé infiltrándome en un lugar como este.

Me dejo conducir entre la multitud de cuerpos unidos en bailes o alimentación retrograda. Dejamos la primera sala para allanar el gran comedor, lo reconozco por la forma de los candelabros, por encima en donde debería haber una mesa larga y fina. En este espacio hay sillones puestos de manera estratégica en cada esquina y centro. La mayoría se hallan ocupados, pero tenemos la gran oportunidad de ocupar uno perpendicular a las escaleras de mármol beige, que contrapone su color con las paredes curuba. Zelig me hace apoyarme en su hombro mientras pasea las yemas a lo largo de mi cuello, no me erizo, perdí es

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