Levanto la cabeza y una vez más me distraigo con la intensidad y profundidad de esa mirada misteriosa.
-¿Porque hizo eso? - pregunto sospechosamente.
- Porque quería y también porque no podía dejarte morir. Sería un desperdicio – dice mirándome y siento que mi cara va a explotar de tanto calor.
- Gracias por tu hospitalidad, Deniel - pruebo su nombre.
- Está bien, ven te prepararé algo de comer, debes tener hambre – se levanta y me invita con la mano.
No le respondo porque mi amado estómago me hace este favor al soltar un largo y fuerte ronquido dejándome más avergonzada. Extiende su mano y la miro por unos segundos.
- No te preocupes, no muerdo, solo si me lo pides - guiña un ojo.
Es como que voy a quierer esto, ¿quién es un idiota que quiere ser mordido?
Le cojo de la mano y me levanto de la cama, &eacut