(Pov: Daniel)
DOS AÑOS DESPUÉS.
Termino de ponerme mi chaqueta gris y miro mi reflejo en el espejo. Me paso la mano por el pelo y siento que se me humedecen los ojos. No puedo creer que me voy a casar otra vez, y esta vez con el amor de mi vida, la mujer que estaba destinada a mí. Esto es tan increíble que siento como si hubiera vivido todos estos años esperando este día.
Esa niña me atrapó de todos modos y estoy agradecido a la diosa de la luna. Había renunciado al amor hace tanto tiempo que nunca pensé que experimentaría o sentiría algo de esta magnitud.
Finalmente tendré la oportunidad de formar mi propia familia, una extensión del núcleo al que pertenece mi pequeño lobo. Nunca imaginé que, a estas alturas de mi vida, tendría suegros, y muy presentes, por cierto. No los juzgo, hace muchos años que no ven a su hija, y ahora me la voy a llevar, no literalmente, al fin y al cabo vamos a vivir aquí en la manada.
Nuestra casa ya lleva tiempo lista, yo era el único que vivía en ella. Ren