—Valentina Soré —
Ya son tres larguísimas semanas que llevo en el hospital, más mis clases en la NYU debo decir que el cambio es radical a la vida de relajo que llevaba en Madrid. He pasado en turnos extendidos y casi no he podido estar con mi familia, para rematar, Ethan se la pasaba regañándome por todo, es como si tuviera un detector de problemas cuando estoy cerca de él.
Que el tensíometro se usa así, que el scanner asá, me agobiaba… Lo peor es pensar que lo tendré que soportar por tres años de mi vida, eso me hace sentir fatal.
—Bella señorita, ¿en qué piensas? —me preguntó Bruno, sacándome de mis pensamientos.
—Te vemos complicada Val, ¿otra vez el doctor Scott te hizo pasar un mal rato? —preguntó Dylan ofreciéndome un exquisito vaso de ese elíxir negro que nos mantiene vivos.
Debo decir que los chicos han sido muy amables conmigo, tuve suerte de que me tocara con ellos y que tengan las mismas clases que yo, ellos son una pareja perfecta y me han integrado muy bien al equipo…
«Cómo me gustaría encontrar un amor así», Pensé.
—No es nada chicos, es solo que estoy cansada y me encantaría un buen baño y una rica comida de mamá.
—Doctores —ha llegado mi divino tormento, creo que cuando Alma me comentó que así le decía a Thomas me pegó mucho y desde ahí le empecé a decir así a Ethan.
—¿Sí, señor? —contestó Bruno en forma militar, por lo que tanto Dylan como yo nos mordemos la legua, mientras aguantabamos la risa.
—Graciosito, ¿qué les he dicho? No estamos para hacer vida social —nos miró a los tres con cara molesta—. Prepárense para la ronda matutina.
—Si, doctor Scott respondemos los tres.
Nos reunimos y comenzamos con la ronda, los chicos van uno a cada lado mío, mientras Ethan nos mira aún más molesto que de costumbre es como si le molestara algo o alguien y esa parece que soy yo. De verdad que siento que el que llegara acá no fue lo mejor para él, es como si yo fuera una piedra en su zapato.
Terminada la ronda nos dirigimos a la sala de descanso, por fin Ethan nos deja respirar.
—Doctor Scott...
—Dígame, doctora Soré.
—¿Será posible retirarme antes el día de hoy? —pregunté dudosa, no es de los que nos que permita salir antes, pero hoy tengo una actividad muy importante que no puedo dejar pasar.
—¿Tienes las plantillas listas con los exámenes que hay que realizar?
—Todas listas y checadas con laboratorio y rayos —respondí de inmediato.
—¿La paciente del 204?
—Listo y organizado todo para su cirugía.
—Y...
— El alta del 308 también está bien, doctor —me adelanté a contestar, pues me imagino que eso era lo que iba a preguntar.
—Veo que no hay necesidad de que usted siga acá. Puede retirarse antes, pero que no se haga costumbre doctora —dijo en un tono sombrío. Me di un abrazo mental para felicitarme por tener todo al día con mis pacientes, si hay algo que me gusta es ser ordenada y cumplir con lo que me han encargado. Además, en nuestra profesión es importante tener cien porciento claro que debemos revisar tres o cuatro veces las cosas para estar seguros con lo que se les está suministrando a los pacientes, ellos dependen de nosotros y esperan lo mejor para su recuperación.
Una vez que terminé de revisar nuestras tablillas, Ethan salió de la sala de descanso y por fin los tres suspiramos aliviados. Los chicos se movieron para preparar algo rápido de comer y yo me preparo para salir a mi encuentro con mis angelitos...
Cuando estoy terminando de guardar mis cosas en mi bolsa mágica sonó mi teléfono y al ver la pantalla era mi peque la que me llamaba.
—Hola Sis, ya estamos a 20 minutos de llegar. —no me ha dejado ni hablar cuando ya ha vomitado toda su labia. Es tan apurona esta niña, yo niego con la cabeza mientras sonrío, mi Alma es una chica maravillosa era mi pequeño ser de luz y la amo así, es por eso que le aguanto todo.
—Está bien peque, yo ya voy en camino para allá, así que les espero en el lugar, ¿Trajiste a Thomas?
—Obvis, Sis, ya te dije estamos ¿no? el baboso viene aquí al lado mío y está ansioso por dárselas de payasito jajaja...
—¿Qué? ¿payaso? ¿cuándo dije qué sería un payaso enana? —escuché reclamar a Thomas.
—Es eso o nada Baboso y... ¡Deja de decirme enana!
—Ey, chicos ya paren, por favor. Recuerden que lo que vamos a hacer lo hacemos con cariño y sin esperar nada a cambio.
—Okey princesa, si tú me lo pides de esa forma yo encantado de hacerlo.
—Patero, lamebotas pff.
—¡Alma! —Decimos al unísono con Thomas y los tres nos reímos.
—Bueno, bueno te dejamos sis, nos vemos al ratito.
—Los espero.
—¿Ya te vas Principessa?
—Sip, tengo todo listo para mis niños, así que me voy sino se pondrán ansiosos.
—Suerte con los niños Val, cada vez que te veo con esa bolsa te pareces más a Hermione Granger. —dijo Dylan soltando una carcajada, él me molesta, pues no entiende como puedo guardar tantas cosas en un bolso tan pequeño.
—Todo es cuestión de orden cariño —les guiñé un ojo y salí por la puerta—. Bueno nos vemos preciosos.
—Disfruta tu tarde con los niños Val.
Mientras voy camino al ala de cardiología infantil voy revisando mis mensajes, veo uno de mi abuelito que me manda fotos de Alvarito. Un niño que apadriné en su fundación y que después de cuatro operaciones ya está en franca recuperación, en la foto mi pequeño tiene un cartel diciendo lo logramos, eso me sacó unas lágrimas de alegría y me animaba a seguir adelante ante cualquier adversidad.
Veo otros mensajes y entre ellos algunos de Ricardo que aún sigue molestando diciéndome que soy una inconsciente, que lo dejé con los planes hechos y que tanto mi padre como su familia están muy molestos conmigo, que debo recapacitar. ¡Por dios! ¿qué le dieron de comer al nacer a este hombre? Es un verdadero imbécil.
Cuando ya estaba llegando a la sala multiusos, ya mis niños estaban todos preparados para mi función. Me coloque mi nariz roja, la peluca arcoíris y esbocé mi mejor sonrisa.
—Buenas, buenas ¡¿A quiénes tenemos hoy por aquí?!
—¡Payasita Val! —exclamaron los niños al verme, los que estaban mejor de salud, se acercaron a mí y me abrazaron. Los otros esperaban tranquilamente en sus sillas o en los asientos que estaban en el lugar.
Hoy habían varias mamás acompañándolos y eso me enterneció mucho, pues como médico siempre he pensado que el soporte de la familia, ayuda muchísimo a la recuperación del paciente.
Comencé con algunas dinámicas, mientras esperaba a mi hermana y su compinche. En eso estábamos con los niños cuando siento como si me estuvieran clavando un cuchillo por la espalda, como puedo y haciendo el intento de no ser notada giro un poco mi cara para ver a Ethan con los chicos y la jefa de enfermeras de pie en la entrada de la sala. Su cara era un verdadero poema de duda, extrañeza y hasta ¿Alivio? Lo vi ponerse colorado mientras Claudia le decía algo al oído y tanto Bruno como Dylan le hablaban con ligera molestia.
Creo que ahora se ve a enojar conmigo por haberle pedido la tarde y eso me preocupa mucho porque no quiero dejar de venir a ver a mis niños, pero por suerte vi que llegaban Alma y Thomas a salvarme de este impasse.
—Thomy, Alma, Llegaron —los llamé para que se acercaran al grupo y me acompañen con los niños—. Niños queridos, hoy tendremos compañía de dos personitas que amo mucho.
—Hola niños, —se acercó mi hermana colocándose su nariz roja—. Es un gusto conocerles y estar con ustedes y la payasita Valita, mi nombre es pitufina y espero tengamos una bella tarde.
—Córrete, —Escuché a Thomas mientras empujaba a Ethan, lo que sacó las risas de toda la sala, colocándose también una narizota—. Como dijo mi enana, estamos aquí para acompañarlos esta tarde y traerles un montón de cosas para hacer.
Los niños se pusieron muy contentos al tener a mi hermana y al principito conmigo, comenzaron a hacerles preguntas y ellos felices les respondieron, cuando se me ocurrió una idea, pues me imagino porqué está el doctor Scott con los chicos acá, así que me decidi a hablar nuevamente.
—Miren niños, el doctor Scott se encuentra aquí, ¿por qué no le pedimos que nos venga a ayudar con esta historia?
Él me sonrío tenso, mientras los niños vocean un Siiii, creo que no se lo esperaba, porque mueve su cabeza como diciendo no, no y no…
—Doctora Soré, no creo que pueda —me dijo muy serio, pero ya me lancé al río así que me acerco a él y tomé sus manos que estaban frías y sudorosas, lo que nunca pensé es que al tomar sus manos sentiría como si un chispazo me hubiera pasado por todo el cuerpo, traté de disimular y volví a tomar el toro por las astas…
—Doctor, ¿no puede venir a apoyarnos? Nos falta un ogro en la historia y un buen doctor para hacer la ronda —remarqué la palabra Ogro y le di una sonrisa llevándolo a tirones junto a los niños, cuando lo sentí a mi lado, él aún no me soltaba la mano y yo no sé qué hacer, así que disimuladamente le hablé al oído—. Aproveché de hacer la ronda mientras contamos el cuento doctor, pero... ¿me devuelve mi mano? —me miró con esos ojazos que tiene da un suspiro y asintió y soltó mi mano lentamente.
No sé que me pasaba con Ethan Scott, pero cada día que pasaba cerca de él, me es más difícil controlar esta atracción que siento por él.