—Valentina Scott Soré—
¡LO ANUNCIO ES EL HOMBRE PERFECTO!
—Bueno y después en el hospital quedé loco. ¿Cómo era posible mi buena suerte? De todos los hospitales de nueva York fuiste a caer en mis manos. No podía desaprovechar la oportunidad.
—Y yo que pensé que me odiabas.
—¿Cómo?
—Eras un jefe insoportable, siempre me dabas más labores que a los otros y sabía de tu reputación de mujeriego, por el comidillo de las enfermeras, pero a mí, me tratabas mal. ¿Qué esperabas? Yo pensaba que no era de tu gusto y en cierta forma me moría de celos porque todas decían lo rico y maravilloso era estar contigo y a mí nada de nada.
—Jajaja ¿de verdad pensabas eso?
—Ajá.
—Si supieras cuánto me aguanté de no hacerte mía cada vez que estábamos a solas en la sala de descanso. O ¿no te acuerdas de la rabia que les tenia a Dylan y Bruno por estar pegados a ti como lapa?
—Jajaja, ellos me defendían, notaban lo injusto que eras conmigo.
—Y yo pensaba que le gustabas, hasta que los chicos me abrieron los ojo