Ella...

Me estoy desvistiendo para darme mi merecida ducha y aparece Dani como si el diablo la tuviera poseída.

—Te gusta esa perra ¿no?

—¿De qué hablas?

Se acerca a mí y agarra mi camisa abierta para intentar darme un beso, pero alcanzo a mover mi cara y sólo logra topar mi mejilla.

—Esa putita jamás te podrá dar lo que yo puedo, cariño…

Como pude me zafé de su agarre y la miró molesto.

—Ya para Dani, no sé a qué te refieres y menos me interesa.

—Lo nuestro era maravilloso, Ethan, no puedo creer lo ciego que eres, ¡yo te amo! A ella la quieres para un revolcón y nada más —¿Pero qué carajo? A esta se le soltó un tornillo, no solo debo mandarla al oftalmólogo, también al psiquiatra. Solté una carcajada y me quedé mirándola.

—Daniela, ¿De verdad creíste que había algo entre nosotros? —Nos señalo—. A diferencia de lo que piensas lo de “nosotros” fue solo sex0… Un revolcón que te quede claro. Nunca ha habido otra intención de mi parte para tí.

La hago hacia un lado y al parecer mi fuerza fue demasiado porque hago que caiga sentada en la banca del vestidor.

—Ella no es para ti. Yo soy… Yo...

Corté lo que quiera tratar de decir y la tomé del brazo, necesito que salga, no quiero malos entendidos con nadie.

—Ni tú ni nadie son comparables. Ella es una chica sencilla, esforzada, inteligente y bella —Lo digo de corrido y ni yo creo que lo esté diciendo—. pero tengo bien claro que no es para mí, ella se ha ganado mi respeto y todo lo que ha logrado a pulso en este hospital. No como nosotros que dependemos de nuestro apellido y si me gusta, que digo ¡Me encanta!, pero se que ella jamás se fijará en un tipo como yo, o que me mirará con otros ojos y eso lo respeto. Mujer, valórate, no te rebajes a esto. Tú no eras así.

—Esto es lo que soy, gracias a ti —chilló y se puso de pie lanzándome una cachetada—. Algún día volverás a mí y rogaras para que follemos y ahí te estaré esperando para recoger los pedacitos que deje esa insípida porque si, sabré esperar.

—De verdad supéralo Dani, no somos ni hemos sido nunca nada.

—Eso nunca, ambos estamos destinados a estar juntos. Ya lo verás, Ethan, ya lo verás…

Salió del vestidor echando humo y despotricando como loca y yo me quedé de una pieza sin entender aún en cómo me fui a meter con una loca como esta.

Me había quitado los pantalones y estoy sobando mi mejilla cuando nuevamente se abrió la puerta iba a reclamar pensando que era Daniela la que entraba, pero lo que veo me deja perplejo es Val que se pone toda colorada y voltea rápidamente su cara. no aguanto y suelto una carcajada.

—¿Estás bien? —me pregunta con los ojos cerrados y su cara de lado, yo me acerco, casi no dejando espacio entre los dos tomo su mentón y hago que me mire a los ojos.

—Ahora si estoy bien, pero ¿qué haces aquí? ¿Escuchaste algo? —le hago ambas preguntas muy rápido, espero que no haya escuchado nada porque sabría de inmediato que ella me gusta y la verdad es que no quiero que se arme alguna espectativa como la loca de Daniela.

—Bueno… este… No... Sólo me acabo de topar con la doctora Collins saliendo furiosa de aquí. ¿Qué le hiciste?

—¿Yo?

—No, el mensajero, obvio que tú o ¿hay alguien más acá? —mira para todos lados buscando si hay alguien más en los vestidores.

—Nada, sólo una discusión de colegas.

—Ahh… Pues, apúrate que los chicos tienen hambre —se quedó de pie estática esperando.

—Ok… —la miro de pies a cabeza y luego le hago un ademán—. ¿Te quedarás ahí de pie esperando o vienes a tallarme la espalda?

—¡No! ¿Estás loco? Me voy con los chicos —Sale corriendo como si fuera la maratón, mientras mis carcajadas inundan los vestidores.

—Eres una pilluela Val...

Después de ducharme me visto rápidamente y me termino de arreglar para llevar a los chicos a cenar, salgo de los vestidores tranquilamente, cuando voy llegando a la sala de descanso escucho una conversación que me deja perplejo...

—¿Qué te pasó, Sis?

—Estás roja… ¿Mi hermano te hizo algo?

—Nooo… nada mi principito, es sólo que ví algo y me dio pena. más bien dicho, vergüenza…

—¿Segura? Sino ya sabes… yo

—¿Yo qué, pulga? —Pregunto ya que no me aguanté.

—Nada, Hermano. ¿sabes que es muy feo meterse en conversaciones ajenas?

—Pues, entonces ¿me integran?

—Ay, ogro guapetón si ellos no te integran yo lo hago gustosa.

—Bella. —le digo sonriendo, mientras le abrazo y le remuevo su cabello.

—Sabes que pasa Ethan, es que mi hermana llegó un poco avergonzada y…

—Nos vamos chicos, mi tripa tiene hambre —Val trata de despistarnos, pero me interesa el tema, así que ya veremos como se lo saco a colación —. ¿Vamos?

—Vamos, los llevo en mi auto.— Les digo, mientras me acerco a mi bebé.

—Lo siento querido, hermano, pero Jack nos está esperando, si quieres puedes venir con nosotros.

—Además debes estar cansado, llevas un turno de 24 horas y no te vi dormir en ningún momento —me señaló Val.

—Bueno, no hay discusión aquí. —dice Alma guindándose—. Te vas con nosotros.

Cada segundo que pasa quiero conocer a estas chicas, creo que las Soré serán nuestra salvación o nuestra perdición, pero sobre todo Ella... Ella es la que que volará los sesos.

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