Capítulo 23

Mi alma se agita. De pronto un calor inmaculado se alberga en mi cuerpo, uno que puedo sentir subir y bajar por mi pecho. El señor Saint Amour se acerca a mi rostro, mis ojos se dirigen a su boca. Maldigo mentalmente cuando el sueño de ayer se me viene a la mente, esta es una posición parecida, él está encima de mí de la misma manera y lo único que falta es que yo le sujete de la corbata y lo acerque a mis labios.

Como una boba me río, el frunce el ceño pero no dice nada.

¡Termina con esto Nefertiti!

Vale. Le pediré que se marche, que dejemos las así y que dejemos las cosas como están. Nos olvidamos del pasado, de la boda, le pido mi anillo y todos felices.

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