Capítulo 44. Siameses
Cuando Alexia llegó al lugar donde se encontraba Luciana, de inmediato comenzó a buscarla. Luego la vio, sentada en un banco, llorando sin cesar. Se asustó mucho por su amiga, ya que desde que la conocía, solo la había visto así cuando se enteró de que no era la verdadera hija de los Herrera.
Al pensar en eso, apuró el paso, desesperada por saber qué le había sucedido a su amiga para estar en ese estado tan lamentable.
Apenas estuvo cerca, se sentó a su lado y la abrazó, mientras le decía:
—Llora todo lo que quieras y no te preocupes por nada ahora mismo. Después, si quieres, me cuentas lo que te pasó, para que le podamos buscar una solución juntas. Solo cierra los ojos y piensa que aquí estoy yo… para ayudarte a resolver todos tus problemas.
Luciana, al escuchar las palabras de su amiga, lloró con más fuerza. Aquellas frases la hicieron recordar su pasado, cuando ambas chicas eran inseparables, casi como siamesas. Hasta sus compañeros de estudio se lo decían siempre.
Alexia siempre h