Capítulo 26. Su perro faldero
Luciana, al despertarse al día siguiente, por primera vez desde que se había casado con Maximiliano, lo vio dormido a su lado. En su mente se dijo que incluso dormido, su esposo se veía increíblemente bien.
Después de unos minutos contemplándolo en silencio, intentó con cuidado quitar el brazo que él tenía sobre su cintura, pero no pudo: Max la sostenía con fuerza, como si no quisiera soltarla ni en sueños.
Entonces recordó la noche anterior, cuando le pidió que se fuera a su habitación porque quería descansar, pero él se negó rotundamente. Alegó que ya estaban casados, y lo más normal era que durmieran juntos.
Luciana no tuvo más opción que permitirlo, aunque jamás imaginó que terminaría observándolo dormir como un bebé tranquilo. Su débil corazón volvió a latir con fuerza y, en silencio, se dijo: Cálmate, Luciana. Todo esto, él lo está haciendo para confundirte, solo está actuando.
Luego, negó con la cabeza y se dijo a sí misma: O quizás todo esto lo hace porque se siente culpable p