Luciana salió del baño, ya bañada y envuelta en una toalla, dejando a Max boquiabierto, con unas ganas inmensas de hacerla suya en ese mismo instante. No entendía por qué, en el pasado, se había negado a estar con ella… cuán estúpido había sido.

Luego recordó que todo fue porque lo habían obligado, y si había algo que él más odiaba, era que lo forzaran a hacer cosas que no quería. Además, siempre pensó que fue la familia de Luciana la que presionó a sus abuelos para que cumplieran aquella promesa, porque ellos jamás le habían impuesto nada.

Si tan solo hubiera aceptado ese matrimonio desde el principio, ahora serían una pareja feliz… y quizá hasta tendrían hijos.

Pero no podía regresar el tiempo. Lo único que le quedaba era lograr que su mujer lo amara otra vez. Y paciencia era algo que le sobraba a él.

Por ahora, tendría que aguantarse el deseo que ella le provocaba. Sin embargo, si Luciana seguía paseándose semidesnuda frente a él, le sería muy difícil no querer hacerle el amor. Aun