Por otro lado, Maximiliano, al principio, no quería creer que su esposa hubiera empujado a su abuelo… hasta que revisó todo el informe que Carlos le había mostrado. Aun así, no podía comprender cómo había sido tan ingenuo para dejarse engañar por Luciana.

En ese momento, se preguntaba si ella lo había amado, aunque fuera un poco, como él creía, pero al pensar en lo que le había hecho a su abuelo, se decía que era imposible, pues si lo hubiera amado, aunque fuera por un instante, no habría tenido el corazón para empujarlo, sabiendo cuánto él quería a su abuelo.

Sin embargo, había algo que no podía apartar de su mente y eso era, si Luciana permanecía en la cárcel, su hija sufriría, ya que desde que la niña vivía con él, no hacía más que preguntar por su madre.

Con estos pensamientos, salió de su estudio y se dirigió al cementerio donde descansaba su abuelo, mientras depositaba flores sobre la tumba, murmuró:

—Abuelo… perdóname por seguir amando a la mujer que te quitó la vida.

Y también