Luciana solo lloraba de la rabia que sentía en ese instante, pues su esposo, en vez de protegerla, lo único que había hecho era contribuir a su maltrato. Aunque no hubiera sido el ejecutor intelectual, al creer en Olivia y en su madre, indirectamente estaba de acuerdo con todo lo que aquellas dos mujeres le habían hecho en el pasado y le estaban haciendo ahora.

Y lo peor no era eso, pues no conforme con todo lo que había tenido que sufrir solo por haberse enamorado de él, ahora le quitaba a su hija, lo único bueno que había surgido de aquel amor doloroso.

En ese momento decidió que no debía llorar más. Secó sus lágrimas con brusquedad y le dijo a Axel que la llevara a la mansión de los Oliveros, porque iba a recoger a su pequeña, ya que bajo ningún motivo permitiría que su hija se quedara con esa manada de locos.

Axel no estaba de acuerdo con lo que ella quería hacer, dado que primero deseaba llevarla a casa para que comiera bien y descansara un poco, pues él se estaba encargando del