Capítulo 54. Coma diabético
Maximiliano no podía creer que su hija lo llamara papá apenas al conocerlo, cuando él nunca había hecho nada por ella en el pasado. Pues ni siquiera sabía de su existencia. ¡Qué mal padre era! No haber sabido qué su esposa estaba embarazada cuando la dieron por muerta...
Pero parecía que a la niña no le importaba nada de eso, pues le hizo recordar aquella vez en que se conocieron por primera vez y le preguntó si quería ser su padre.
La niña volvió a hablar y dijo:
—Entonces, ahora te pregunto nuevamente… ¿Quieres ser mi papá?
Fue en ese momento cuando Maximiliano recordó claramente aquella escena, y sin dudarlo, respondió:
—Por supuesto que sí quiero ser tu padre. Y perdóname por no haberte reconocido aquel día. Te prometo que, a partir de ahora, te amaré y siempre estaré para ti, sin importar la circunstancia.
—No te preocupes, papi —dijo ella con una sonrisa—, porque ahora sí eres mi verdadero padre. Y eso me hace muy feliz.
Luego miró sus manos vacías, y con un pequeño gesto de rep