Capítulo noventa y ocho. Cajas cerradas
— — — — Narra Brad Lancaster — — — —
La cita con Milicent es en su departamento. Amy insiste en acompañarme, aunque su embarazo está más delicado de lo que cualquiera quisiera admitir. Pero no hay forma de convencerla de quedarse en casa. Solo acepta con la condición de que lleve a uno de los médicos en el vehículo, por si acaso. No me gusta verla tan frágil, tan agotada... pero tampoco puedo negarle nada.
Cuando llegamos, Milicent ya nos espera en la puerta. Está vestida de manera sencilla, sin maquillaje, el cabello recogido en una coleta que deja ver aún más esa expresión de cansancio que ya se ha vuelto parte de ella. Nos abraza a ambos, con fuerza. Como si supiera que lo que va a mostrarnos puede cambiarnos todo.
—Pasen —nos dice con voz baja.
Entramos.
El lugar está impoluto. Milicent nunca fue descuidada, pero hoy todo brilla con una pulcritud que parece artificial, como si hubiese estado limpiando para no pensar.
Sobre la mesa del comedo