Capítulo ochenta y dos. Tres preciosos bebés
— — — — Narra Brad Lancaster — — — —
Desde que despertamos todo en lo que puedo pensar es en conocer a nuestro hijo.
Dormimos pocas horas después de dejarnos llevar por la pasión, pero a las doce del mediodía me pareció un buen momento para concertar una cita con mi médico de cabecera y que nos recomendara a la mejor gineco - obstetra del país.
Y aquí estamos... esperando para ver a nuestro hijo.
—¿Estás emocionado? —pregunta Amy tomando mi mano entre las suyas.
Dan las dos de la tarde y yo siento que es la mejor hora del mejor día de mi vida. Tenerlo creciendo entre nosotros es una muestra de que la felicidad existe, solo hay que conquistarla, caminar a por ella, confiar en que una vez que la obtengas no la perderás y cuidarlo todo una vez que es tuya.
—Ni siquiera sé encontrar la palabra que logre definir mi estado emocional, nena —tomo su mano y dejo unos cuantos besos en sus nudillos —. Eres lo mejor que me ha pasado nunca y todo lo que