Capítulo ciento veintiséis. No van a nacer esta noche
— — — — Narra Amy Carlson — — — —
El hospital olía a desinfectante y a ansiedad.
Me aferré a la mano de Brad mientras una enfermera me conducía por el pasillo. Todo era luz blanca y voces bajas, rápidas. Mi cuerpo sentía que algo estaba comenzando… o a punto de hacerlo.
—Doctora Hamilton ya está en camino —dijo la enfermera—. Vamos a hacer un monitoreo de emergencia. Tranquila, señora Carlson. Respire hondo.
Brad no me soltaba. Y yo no podía apartar los ojos de él.
—Estoy bien —le dije, aunque él sabía que no era del todo cierto.
—Lo sé. Pero igual me voy a quedar aquí, incluso si me piden que me quede afuera.
—Me gusta eso —le apreté los dedos—. Pero prométeme una cosa…
—Lo que quieras.
—Si llega a pasar algo, lo que sea… tú hablas por mí. Tú decides. ¿Está claro?
Sus ojos se llenaron de algo que dolía.
—No va a pasar nada. Pero sí. Prometido.
Me colocaron en la camilla y comenzaron con el monitoreo. Dos bandas rodeaban mi vientre