Capítulo ciento nueve. A flor de piel.
— — — —Narra Amy Carlson — — — —
No me hizo falta preguntarle nada más. Brad entró esa tarde con el peso del mundo sobre los hombros, y aunque trató de disimular, lo conozco demasiado bien. Vi en sus ojos el mismo temblor que había visto cuando enfrentó a Arthur años atrás… pero ahora era diferente. Esta vez no estaba solo. Me tenía a mí. Y a los tres pequeños que llevamos luchando por crecer dentro de mí, día a día.
Después de cenar, insistí en que él subiera a ducharse mientras yo ordenaba un poco. Los pasos de Brad resonaron pesados en la escalera. A pesar del silencio que se instaló en la casa, no podía sacudirme esa incomodidad, esa presión en el pecho que me recordaba que algo no estaba bien. Y no era solo el cansancio.
Tomé una manta del respaldo del sofá y me senté con las piernas recogidas, acariciando suavemente mi vientre. Los bebés se movían con lentitud, como si también sintieran la tormenta emocional que flotaba en el ambiente. Cerr