Capítulo ciento cinco. Sombra sobre sombra
— — — — Narra Brad Lancaster — — — —
Cuando crucé la puerta de casa, sentí que me faltaba el aire. No era por el calor, ni por el cansancio. Era por el peso. El peso de volver a ver a ese hombre. El peso de no haber conseguido lo que fui a buscar. Cerré la puerta con más fuerza de la necesaria y me apoyé contra ella un instante. Respiré hondo. Me dolía el pecho, y no por angustia, sino por rabia.
Amy apareció desde el comedor, con una mano en su vientre redondeado, la otra sujetando un libro. Me sonrió, pero esa sonrisa se transformó rápido en una línea de preocupación al ver mi cara.
—¿Cómo te fue? —preguntó con cautela.
Me acerqué y la abracé sin responder. Quería que sintiera que estaba bien. Que ya estaba conmigo. Que eso era lo único real en medio de este desastre. Su respiración suave contra mi cuello, sus dedos en mi espalda... Fue todo lo que necesitaba para no venirme abajo.
—No dijo nada útil —murmuré finalmente, separándome lo just