106.Hilos invisibles

Capítulo ciento seis. Hilos invisibles

— — — — Narra Brad Lancaster — — — —

El sonido del reloj en la sala marcaba las horas como un látido seco. Uno, dos, tres. Cada segundo parecía subrayar mi impotencia. Amy dormía en la habitación, y yo seguía en el sillón, con la libreta en el regazo y la mirada perdida en el techo.

No podía dormir. No después de la forma en que Arthur me miró. No después de su última frase: “No todos los hijos están destinados a ser vistos. Algunos fueron creados para servir desde el silencio.”

Releí lo que había escrito:

¿Qué hace a un hermano: la sangre o la lealtad?

Y añadí debajo:

¿Y qué lo convierte en un enemigo?

Amanecí sin haber pegado un ojo. Me di una ducha rápida, pasé por la cocina y le preparé a Amy su desayuno. Ella se despertó poco después, como si hubiera sentido que me necesitaba cerca.

—No dormiste, ¿verdad? —me dijo con voz suave, apoyándose en el marco de la puerta mientras yo servía las tostadas.

—No mucho —confesé, dejándole el plato frente
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