Capítulo ciento tres. No me mires así.
— — — — Narra Amy Carlson — — — —
Desde que Brad volvió de la cárcel, algo en él cambió. No me lo dijo con palabras, pero lo vi en sus ojos. Estaba más tenso, como si en lugar de una conversación hubiese cruzado un campo de minas. Se encerró en el estudio durante un buen rato sin responder a mis llamados, y aunque supe que debía darle espacio, algo dentro de mí —quizá los instintos que se agudizan con el embarazo— me empujó a ir tras él.
Golpeé la puerta con suavidad, sosteniéndome del marco porque mi espalda comenzaba a dolerme otra vez.
—Brad… ¿puedo pasar?
Escuché un leve murmullo y giré el picaporte.
Estaba sentado frente a la ventana, mirando hacia el jardín como si esperara una señal en las nubes.
—Te ves cansado —dije, acercándome con cuidado.
—Lo estoy. Pero no quiero hablar de eso —respondió sin mirarme.
—Muy bien, entonces no lo hagas. Pero no me mires así —le dije, alzando una ceja—. Como si estuvieras cargando el mundo solo.
Se giró h