Capítulo 26. Ahí es donde te equivocas, cariño
Ahogué la risa, ¿qué se creía él, un postre que valía millones de dólares para comprarlo sólo una vez en la vida y disfrutarlo un momento? La idea era absurda. En realidad, Lucas era sólo otro niño rico malcriado, acostumbrado a conseguir todo lo que quería sin esforzarse.
—Ya te lo he dicho, es un tipo arrogante, con derecho a todo y absolutamente indeseable como pareja romántica.
—Bueno, ya sabes lo que dicen sobre las caras bonitas y los cerebros inútiles —dijo Carla con una sonrisa—. Por eso solo debes disfrutar.
De repente, el humo surgió de la nada, se elevó por la habitación y cubrió cada superficie con una suave capa similar a una neblina. El aroma era único, ni acre ni agradable, simplemente... de otro mundo.
—¿Qué es esto? —pregunté tosiendo, agitando una mano frente a mi rostro para despejar la niebla. Pero la música atronadora, ahora mucho más alta, ahogó cualquier respuesta, obligándome a ahuecar las manos sobre mis oídos para intentar escuchar a Carla.
—... olvidé decirte