capitulo 31

A la mañana siguiente, William apenas había dormido. El amanecer encontraba su rostro cansado, pero su determinación intacta. Isabel, atenta como siempre, no quiso agobiarlo con preguntas; sabía que él necesitaba claridad para lo que iba a hacer.Después del desayuno, William ordenó ensillar su caballo. Marcus, atento a cada movimiento, se acercó mientras ajustaba sus guantes.—¿Vas a buscar a Lady Grayson? —preguntó en voz baja, como si temiera que alguien más pudiera oírlo.—Sí —respondió William con un asentimiento firme—. Si hay algo que pueda salvarme, ella debe saberlo.Marcus le tendió una carta doblada.—Por si acaso... Una nota para Isabel. No confío en que este viaje sea tan simple.William tomó la carta y la guardó en el interior de su chaqueta. Luego, montó y partió hacia la residencia de Lady Grayson, ubicada en las afueras del condado.El trayecto fue largo y solitario. El viento frío le cortaba el rostro, y cada golpe de las pezuñas de su caballo contra el suelo parecía marcar
Lilly Saucedo

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