La boda se realizó como lo había sugerido Emilia; pequeña, pocos invitados, poco ruido. Santiago había sido quien llevase los anillos, y el juez no alargó mucho la ceremonia, sino que los declaró marido y mujer tan pronto como ellos pronunciaron los votos.
Esto era más un requisito legal; Emilia hacía rato que ya sentía que era la mujer de Rubén.
Todo se desarrolló con normalidad, Gemima estuvo casi en todas partes a la vez supervisando que las cosas salieran bien, y, por el contrario, Aurora sólo observaba y sonreía con los demás invitados. Viviana le presentó a su bebé y Aurora la tomó en sus brazos sonriendo emocionada.