Al notar la confusión y el dolor en los ojos de su amada Gabriela. Alberto decidió hablar y que cada uno explicara sus motivos por los cuales se aferraban a una relación equivocada con tal de no sufrir.
—Ya que estamos todos aquí, propongo que hablemos con la verdad.
Se acercó a la puerta y la cerró con llave.
—Alejandro, tú y Gabriela están próximos a casarse, pero, ¿estás enamorado de ella?
Cuestionó.
—Yo… mejor me retiro. Eso es algo muy privado entre ustedes. —Dijo Abril. Intentando huir lo más pronto posible para no tener que revelar aquel secreto de los dos amantes en la cama teniendo sexo.
—Espera. Tú también estás involucrada en esto, ¿no es así, Alejandro?
—Alberto…
Su amigo lo quiso interrumpir.
—Deja que aclaremos todo de una vez por todas y seguimos fingiendo que nunca hubo esta conversación.
Continúo.
—Alberto, estás pasado de tragos.
Gabriela quiso detenerlo y sacarlo de allí aduciendo que estaba borracho y hablaba incoherencias.
—Estoy más sobrio que ustedes tres.
Ahora