Abril caminó por las calles. Iba sin rumbo, su mente no terminaba de procesar que, a menos de dos meses de noviazgo, había sido víctima de una infidelidad. Llamó a Alejandro y le pidió que se reunieran en determinado lugar. Quería contarle lo que acababa de presenciar; en total, él ya le había hecho creer que el compromiso estaba roto.
—¿Qué sucede, mi pequeña?— Preguntó al llegar al parque y sentarse a su lado.
—Yo… tengo algo que decirte.
—Si es para decirme que me amas y que soy el amor de tu vida, ya lo sé.
—No, idiota, no es eso.
—¡Ouch, eso dolió mucho, corazón bello!
—¿Sabes dónde está Gabriela en este momento?
—Sí. Debe estar en su casa preparando su maleta porque saldrá de viaje por la madrugada.
—Comprendo.
—¿Por qué me preguntas por ella?
Él, frunció el ceño.
—Es que…
Ring… ring…
—Disculpa, es una llamada de la empresa y tengo que atenderla.
Alejandro se alejó un poco de ella y contestó el teléfono. Luego regresó y se disculpó diciendo que tenían que volver de inmediato los