La noche en que los trillizos cumplieron dieciocho años quedó marcada en la memoria de todos quienes habitaban el rancho Red Moon.
Tras la algarabía y las risas, cuando por fin cayó el silencio sobre la mansión, el aire se llenó de una emoción densa, como si la luna misma hubiera contenido el aliento.
Esa noche, los muchachos compartieron su secreto con Magnus, su abuelo, el viejo Alpha que había sido su guía y protector desde el primer suspiro, con humildad y orgullo, le confesaron que ya habían encontrado a sus parejas destinadas, y Magnus, entre lágrimas y una risa ronca, los felicitó por su buen juicio, celebrando que hubieran elegido un camino diferente al de su propio padre, y es que Malakai no solo había juzgado a Natalie en un comienzo, el Alpha había dejado que la pasión lo guiara, ahora al menos sus nietos, eran más juiciosos y no se apresuraban a actuar, por lo que en sus ojos centelleaba el orgullo, pero también la nostalgia de los años idos.
Cuando al fin todos se marchar