Nicolás y su abuelo se preparan para dejar Lima e ir a España. Con pesar se despide de sus padres, resignado a su destino. Ha perdido a la mujer que ama y quizás cuando regrese e intente buscarla, ella ya este con otro.
—Cambia esa cara que no estás yendo a un velorio. —dice su padre.
—Así me siento. —Responde él con tristeza.
— ¡Hijo! ¿Hasta cuándo estarás así?
—Quizás hasta el último segundo que tenga de vida. —Responde bajando la mirada. —La amo y nadie lo entiende, solo juzgan y señalan como si el amor, fuese algo malo.
— ¿Así que no es un capricho? —interrumpe su madre.
— ¿Hasta ahora lo dudan? —pregunta melancólico.—Para serte sincera, ¡lo hice!