Al terminar de escucharlo, Karina no solo tuvo la impresión de que su corazón se rompía, sino que de inmediato las lágrimas brotaron de sus ojos, sintió rabia e impotencia al no poder controlar sus emociones frente a Marino, pero se las pagaría bien caro, no volvería a ceder ni un ápice frente a él. Pensó, alejándose de la puerta y caminando hacia el jeep para ir a buscar a Katherine, bueno también a Tara, porque así tuviese a un padre despreciable, ella amaba a esa pequeña.
Martín se quedó viéndolo incrédulo, le costaba creer lo que Marino estaba diciendo.—¿Es en serio?