Me doy la vuelta en la cama, inmensamente desnuda. Ansiosa de tener su prolongación dentro de mi y le abro los muslos para que gatee entre mis piernas y se meta bien hondo en mi cuerpo.
Mis brazos y toda yo le abrazamos, es una locura sentir lo que siento cuando estamos juntos, cuando estamos desnudos y estamos uno sobre el otro planeando una gran guerra de la que solo saldrá vivo el que más artillería tenga y nosotros, nosotros estamos empezando a desempolvar los tanques.
—¡Dios míos, nena...! —me atraviesa con su polla mágica lenta, muy lentamente y se me ponen los ojos en blanco.
—Si, cariño, si.
Le empujo sintiendo que necesito más y me subo encima suyo provocando que la premura le saque fuera, le tomo otra vez el falo duro y lleno de mi humedad y me lo pongo en la entrada de mi vagina, me resbalo por su longitud apoyándome en su pecho y grito cuando me clava y me aprieta los pezones con sus dedos.
—Eres una puta locura.
Cada salto que doy encima suyo me roza el clítoris y me mast