Brendan sabía que solo era complaciente por el bien de Ofelia, pero el resultado por sí solo era satisfactorio. Pidió una pastilla digestiva y la introdujo en la boca de Deirdre.
Revisó el reloj de su muñeca y ya era casi la hora. "Hora de irnos".
Envolvió a Deirdre en un abrigo y la llevó afuera. Sam estaba a punto de seguirlos también, pero Brendan lo detuvo. "Te quedarás en casa hoy. Deirdre y yo tenemos asuntos privados que atender".
El doctor Ginger esperó a que se marcharan para acercarse a Sam y apoyarse en el hombro del guardaespaldas. Él tenía una sonrisa atrevida en su cara. "¿Alguna vez te pones a leer la habitación, muchacho? ¿No te das cuenta de que estos dos van a tener una cita?".
"¿Una cita?". Sam frunció el ceño. "De ninguna manera".
"¿Por qué no?". A diferencia de él, el doctor Ginger sabía muy poco sobre la turbia historia de la pareja. Aun así, mientras sacudía la toalla de mano para que quedara limpia, señaló: "La relación del señor Brighthall y la señorita