Hace un rato salimos del karaoke, la pasamos muy bien, mejor de lo que llegué a pensar, pero ahora que estamos en la calle, hay un problema bastante notorio que no tuvimos en cuenta al llegar.
Después de todo, tomamos alcohol hasta que no podíamos más, en especial Emris, quien se dejaba llevar por mis insistencias diciendo “otra cerveza más”
Si, esta vez fui yo la de las insistencias.
No me arrepiento, fue divertido.
Aún así, ahora que estamos al frente del carro, sosteniendonos uno al otro para evitar caer, no dejamos de pensar.
¿Quién demonios va a manejar?
—Deberíamos llamar un taxi. —Hablo mi acompañante, siendo sincera su idea no está mala, pero en el momento que miro a mi alrededor y reconozco una calle de mala muerte, descartó de inmediato el hecho de dejar aquí el auto.
Capaz volvemos mañana a buscarlo y no está.
—No, que se lo pueden robar. —tomé las llaves desde el bolsillo de mi acompañante, que me miró algo extrañado. —Yo manejaré, no tome mucho.
—¿Siquiera sabes manejar?