La noche llegó.
Después de que los invitados se fueron, me puse mi ropa de dormir y me acosté en la cama.
Gabriel estaba a mi lado, incómodo, con la cara roja.
Le di una suave palmadita al espacio vacío junto a mí.
—¿Qué? ¿Te da pena? ¿No planeas dormir conmigo todas las noches?
Él se cambió y se subió a la cama, acercándose a mí. Me apoyé en su hombro. Mis dedos recorrían su pecho.
—Antes no teníamos mucha cercanía, ¿por qué eres tan bueno conmigo? —Le pregunté en voz baja.
—¿Qué significa "ser bueno"? —Su voz sonaba áspera.
—¿No temes que la gente hable mal de ti por casarte con una mujer rechazada por Theo?
Gabriel susurró:
—No le prestes atención esos rumores. Casarme contigo es una bendición. Él perdió su oportunidad. El que se tiene que arrepentir es él.
Al escuchar esto, mi corazón se sintió acariciado. Una sensación dulce se extendió por mi pecho.
—Tengo un secreto que contarte —dijo Gabriel sonriendo.
—Hace mucho tiempo que te quiero.
En mis ojos, apareció algo de incredulida