El día de la ceremonia de mayoría de edad.

Después de que la ceremonia terminó y los invitados comenzaron a irse, Theo entró, tranquilo, en compañía de Araceli.

Ella caminaba de manera torpe, y en el cuello de él había algunas marcas visibles de rasguños. Cualquier licántropo con un poco de experiencia sabría lo que había pasado entre ellos.

Si hubiera sido antes, habría explotado. Al fin y al cabo, uno era el macho que me había cautivado desde pequeña. La otra era mi hermana por parte de padre.

Aunque no me quieran, al menos podrían tenerme un mínimo de respeto, ¿no?

No me quedé mirándolos mucho tiempo. Solo giré la cabeza y continué con lo que estaba haciendo.

Theo notó mi mirada cuando me detuve a verlos por un momento. Así que, de inmediato, puso a Araceli detrás de él.

Pero no me vio reaccionar ni enfurecerme.

Su sonrisa comenzó a volverse tensa, como si algo lo incomodara, y dijo:

—No será que tienes miedo de que me eche para atrás y no quiera hacer el ritual de vinculación, ¿verdad? Está bien, hoy has tenido buen juicio. Ya que sabes que seré el próximo rey, no puedo estar con una sola hembra toda mi vida. Tendré muchas amantes en el futuro, pero hoy te comportaste bien, así que te lo daré.

Dicho esto, sacó un pequeño estuche de madera de su bolsillo, pero, antes de que pudiera alcanzarlo, Araceli lo agarró.

—¡Guau! ¡Qué bonito! —exclamó—. ¿No es esta la joya del amor verdadero del Rey del Norte? ¡Es prácticamente imposible de conseguir!

Él aún no había podido retirar su mano. Luego cambió de tono.

—¿Te gusta? Entonces, es tuya.

Araceli fingió rechazarlo.

—¿Cómo voy a aceptar esto? Es tu regalo para Priya, ¿no?

A pesar de sus palabras, no dejaba de mirarme con una sonrisa arrogante.

Theo sonrió, indiferente.

—Tómalo. Ella no se quejará, le daré cualquier cosa para que no lo haga. Al final, lo que sea que le dé, ella lo considerará un tesoro.

Esas palabras hicieron que los representantes de las otras tribus que estaban presentes se rieran.

De repente, unos recuerdos salieron a la luz.

Pude ver el pasado.

Esa Navidad, había ido a llevarle un regalo a Theo y había terminado llena de nieve.

Él me lanzó su capa y dijo:

—No te resfríes.

Yo había guardad esa capa por años como un tesoro. Hasta que un día, me agarró olfateándola a escondidas.

Con una mirada de odio, dijo:

—Qué asco.

Me sonrojé hasta las orejas.

El rey Aurelio lo regañó:

—Es solo una niña, ten cuidado con lo que dices.

Él se calló, pero luego empezó a contarles a todos los herederos de las tribus lo que había pasado, convirtiéndome en el hazmerreír de todos.

Pensando en todo esto, me di vuelta para salir de este lugar bullicioso que ya me hartaba. Pero, en ese momento, Theo extendió la mano para detenerme.

—¿Ya te vas? Entonces, ¿tenía razón? ¿No que eras muy amorosa? ¿Crees que no puedo ver lo que pensaste todo este tiempo? Eres una loba mala y celosa.

Me agarró la muñeca, pero logré zafarme.

—Alfa Theo, ten cuidado con lo que dices.

Él se rio.

—¿Cuidado? Fuiste tú la que insistió en que te marcara. Tarde o temprano íbamos a acostarnos. ¿Por qué vienes a hacerte la inocente que no sabe nada?

Lo miré a los ojos y le respondí:

—¿Quién dijo que te iba a elegir como esposo?

Todo se volvió tenso de inmediato. Al instante, los licántropos que andaban cerca se rieron a carcajadas.

Él se veía molesto.

—¿Y a quién más vas a elegir? ¿Después de amarme tanto durante tanto tiempo, te vas a casar con otro? Mi tribu, la manada Luna Plateada, es la más poderosa. Tengo la sangre más fuerte de los Lázaro. Los otros licántropos, como el Alfa Gabriel, son aceptables, pero su linaje es común, no pueden competir conmigo. Escuché que sus lobos son débiles. Hasta hace unos años sufrió de envenenamiento por lobos... No tiene mucha resistencia física. ¿Quieres casarte con él? ¿Pasar toda tu vida con un lobo débil?