Izel
Me llevo una mano al pecho cuando la taza resbala de mis manos y el dolor se vuelve más punzante obligándome a sentarme. Tomó respiraciones agitadas dejando que las lágrimas salgan de mis ojos. Duele, duele demasiado y no sé cuánto tiempo más podré resistir este dolor.
–Otra vez, debería ir y matar a ese jodido demonio– Julián se sienta a mi lado poniendo su mano en mi pecho y haciendo que el dolor regule a algo más soportable.
–No es su culpa, él ni siquiera sabe que exitoso– admito, Lana me mira con ojos llorosos, pues ella en todos estos años no había sentido ese dolor a pesar de su marca. Al final ella no había sido del todo concebida.
Hace cuatro años despertaba con un punzante dolor en mi pecho, en las noches, en las tardes, a cualquier hora del día. Primero pensamos que la lejanía del mundo mágico me estaba afectando pero después descubrimos que era Casiel acostándose con alguien más. Las primeras veces desde que lo supe el dolor era más fuerte, me lo imaginaba y los