Narrado por Aldara
El claro parecía suspenderse en el tiempo. La brisa nocturna era suave, pero la energía que nos rodeaba tenía un peso palpable, cargada de algo más profundo que la magia o el destino: era nuestra conexión, creciendo y fortaleciéndose con cada segundo que pasaba. Ragnar, en su forma de lobo, permanecía frente a mí, sus ojos centelleando como llamas líquidas.
Cuando me miraba así, sentía como si pudiera ver mi alma. Había una intensidad en él que me hacía querer retroceder, pero al mismo tiempo, un magnetismo que me atraía con una fuerza imposible de ignorar. No tenía miedo. No podía tenerlo. Todo en mí sabía que estaba destinada a este momento, aunque no comprendiera completamente lo que significaba.
—Estoy lista, Ragnar —repetí, mi voz apenas un susurro.
Él inclinó la cabez