Llegamos a la casa del señor pesadilla y en lo único que pienso y espero es en guardar la compostura con ttodo y con todos y que no se me salga el bendito apodo que le puse.
Y parece que tuve suerte porque la primera impresión ha sido superada y debo decir que tanto su madre, como su hermoso sobrino me cayeron muy, pero muy bien, es que cual de los dos es más tiernukis. No pude hablar con su cuñada, pues ella fue a atender una llamada, pero pronto volvería o algo así dijo mi linda suegrita. El problema eran esos dos hombres y la chica que estaba junto a ellos, pero no sé por qué la cara del señor que está junto a la copia en versión vejestorio de mi novio don pesadilla me resulta familiar.
Estaba dándole vuelta al asunto, cuando veo a la chica esa hablar con el padre de mi pesadilla andante y ese señor me comenzó a mirar extraño. Así que fijé mi mirada en mi contrincante y empecé a analizarla, en realidad se veía que era una nena de papá, igual que yo, pero con más millones. Ahora, el tema es que si Ana era un incordio en la academia, esta tipa frente a nosotros, estoy segura de que la duplicaría y con creces y que decir del señor padre de la pesadilla andante, alias mi lindo “suegrito pesadilla”, los dos se ven de temer..
«Diosito, no estoy preparada para esto»
Es que todo se puso peor con esa frasecita que se mandó el padre de mi novio falso. Eso si que me puso la piel de gallina.
“Es un placer por fin conocer a la mujer que por fin ha hecho sentar cabeza a mi hijo.”
Tanto por fin en una misma frase de este caballero no era para nada bueno, si hasta me dio un escalofrío escucharlo. Es que era tan compuesto como lo decía que sentía su mala vibra en sus palabras.
Simplemente de novela ¿no?
Miro al señor pesadilla, perdón a Benedict que está tanto o más sorprendido que yo y creo que volveré a usar las clases de actuación que Alma me dio en la época escolar para poder pasar la prueba o por lo menos no morir en el intento.
—Muchas, gracias por el cumplido, suegro—sutil y medido para ponerlo rojo de la vergüenza o de la molestia—. Es que mi Ben es un encanto de hombre y no me pude resistir a querer conquistarlo—sonrisa de miss universo y carita angelical, postura de niña buena tomando el brazo de mi distinguido novio falso, et voilà ¿creen que me lo gané? Naaaaaa, el viejo, alias mi suegrito pesadilla (creo que ya lo dije ¿no?) aún me mira como bicho raro, se lo dije al que aprieta mi mano, pero no me creyó.
—Lo veo.
El señor ese, que para peor se llama igual que mi señor pesadilla, me sonríe forzadamente, en cambio la chica que está con el que ahora sé que es su padre, me está taladrando con la mirada, uy que linda se ve, ya creo que me cortó el brazo que con tanto amor sostiene mi novio falso.
En eso y por azares de mi maravillosa memoria fotográfica vuelvo a enfocarme en el padre de la despechada y por fin recuerdo de dónde he visto al amigo de mi “suegrito pesadilla”.
—¿Señor Robert? —coloco cara de impresionada y me cubro los labios con las manos—. ¡No lo puedo creer! tanto tiempo sin verlo, parece que ya no se acuerda de su amiga del ajedrez de las tardes junto al doctor Galeano—hago un puchero y el viejo Robert que ahora sé que se apellida Rothschild me mira más asombrado que yo, pues al fin se ha dado de cuenta de quién soy.
—¿Hanny? ¿Hanny Sinclair? —Sonrío porque recuerdo que el señor Rothschild fue dado de alta antes que yo supiera que Bruno era mi papá.
—La verdad que sí, pero con un pequeño cambio, ahora soy Hannah Cicarelli Sinclair— digo, mientras el hombre se acerca a mí y me abraza con mucho afecto y obviamente, yo me dejo abraZar. ¡Me encantan los abrazoos!
—No lo puedo creer, eso quiere decir que encontraron un donante para ti y ahora eres toda una mujer, estoy muy feliz por tí Hanny — el señor pesadilla nos mira dudoso y yo me encojo de hombros y muevo mi cabeza con tranquilidad, se supone que me investigó ¿no? Por lo que debía saber de mi lucha. Además en algún momento se le salió a Somerson y tuve que regañarlo, fue dificil pasar el exámen médico y físico al postular pero eso sólo lo osabán Cam y Mel.
—Si, Robert, pero es una historia larga para contar, espero y tengamos tiempo—digo un tanto apenada para no seguir siendo el centro de la conversación —. Con esto de las fiestas y nuestra llegada un tanto de improviso.
—¿De qué me estoy perdiendo, papá?
—Lo mismo pregunto yo—dice mi suegrito pesadilla y voy a empezar a hablar cuando el señor Rothschild lo hace por mí.
—En aquella época en que tú y tu madre me abandonaron por estar enfermo y me dejaron tirado en un hospital—dice todo eso sin soltarme y la hija que, si mal no recuerdo él decía que se llamaba Caroline, nos mira un tanto molesta o más bien furiosa, pero el señor Rothschild ahora tiene mi mano tomada y me mira con cierto dejo de nostalgia y yo asiento para que continúe—, esta chiquilla fue quien hizo mis días los más felices, pero Hanny, si escuché bien dijiste Cicarelli ¿no?
—En efecto mi querido Robert.
—¿Por qué mejor no nos sentamos? Veo que Hanny y Robert tienen mucho de que hablar.
—Estoy de acuerdo contigo mamá, Hanny y yo tuvimos un día complicado en la academia.
—¿Eres policía? —preguntan Daniel y el señor Rothschild y yo asiento, mientras nos sentamos y una señora muy amable nos trae algo de beber.
—Sí, Daniel. Ahí fue que conocí a esta hermosa mujer—el señor pesadilla me mira a los ojos y juro que si no fuera porque ya lo estaba empezando a conocer le creería lo que dice, pero como no lo hago, le doy una sonrisa dudosa y bebo del jugo que está delicioso.
—Pero dígannos cómo es que se conocen ustedes —vuelve a atacar mi suegrito pesadilla.
—Ya te lo dije, en el hospital, ambos esperábamos por un transplante.
—Así es, suegro, en mi caso de médula osea y en el caso del señor Rothschild de corazón.
—Así es, tal cual como dice Hanny ¿Y entonces? ¿Bruno te adoptó? —vuelve a hablarme el señor Rothschild.
—No, no, para nada, ahí viene la historia simpática de mi vida y de mi trasplante, mis papás se conocieron mientras estaban en la universidad y bueno, nací yo, pero cual novela de app, mi mamá se lo escondió hasta que no pudo seguir haciéndolo pues yo empeoré. Por suerte mi papá era compatible conmigo, me hicieron el transplante y todos fuimos felices y comimos perdices.
—Wow, es que estoy impresionado ¿y me perdí de todo eso porque tu papá y Val me operaron antes? —Una risita cálida salió de mis labios y tomé las manos del viejo señor Rothschild y negué.
—Pues parece que sí, pero veo que tanto tú como yo salimos bien de todo esto, estás fenomenal— nuevas risitas entre ambos, hasta que mi suegrito pesadilla nos interrumpe.
—¿Están hablando de Bruno Cicarelli?
—¿Quién más, Benedict? Del mismo, si no me equivoco es el jefe del departamento de cardiología infantil ¿Lo conoces?
—Algo he escuchado de él.
—Más bien, ahora es jefe del departamento de cardiología, querido Robert. Después de que Val se hizo cargo del departamento de cirugía.
—¿Y Ethan?
—Sigue siendo el mandamás de ese hospital.
Mi Benedict, perdón, el señor pesadilla mira a su padre y yo también, pero en mi interior pienso hay Salem quinto encerrado, pues si ya la cara de mi suegrito era un tanto confusa, ahora era todo un poema después de escuchar el nombre de mi papá y su cargo en el hospital.
—Hello, pero estoy aquí y nadie me está escuchando—todos miramos a la hija del señor Rothschild y la verdad es que ya se me estaba olvidando su presencia en el lugar, por lo que me había contado su padre, ella junto a su madre se fueron y literalmente lo abandonaron en el hospital en estado de coma, pero ella debe haber sido una niña igual que yo por lo que no puedo juzgarla, a veces uno sigue a sus padres sin entender el porqué de sus acciones, por lo que me imagino que eso pasó con ella, ni idea si con su madre, pero por algo está con ella aquí.
—Hija, te notamos—le dice su padre —, pero entenderás que encontrarme con una gran amiga de batalla y más aún saber que es la novia del hijo de uno de mis mejores amigos es demasiado para este corazón prestado.
—Te pareces a Nathan, dime que esa frase no la aprendiste de él por favor.
La risa estruendosa del señor Rothschild me contagia a mi y creo a todos los demás, porque sonríen como si nosotros dos fuéramos los más grandes bufones.
—Y ese loco enamoradizo ¿Cómo está?
—Con un segundo corazón a cuestas, una hermosa esposa y cuatro hijos, Ah, perdón cinco, porque viene otro en camino.
—¡Qué maravilla! Es que después de que Val me transfiriera al Presbiteriano perdí contacto con todos ellos, es una lástima.
—Veo que ustedes dos realmente se conocen bien— afirma más pregunta mi novio, el señor pesadilla, que parece que no quiere que siga rememorando con mi amigo por el tonito que utiliza.
—Por supuesto, Benedict. Como dije, si no fuera por esta chiquilla la vida en el hospital habría sido un verdadero calvario.
—Papá, pero nosotros veníamos.
—A nada, el trabajo lo podemos ver en la semana con Benedict. Ahora, déjame disfrutar de este maravilloso reencuentro.
¡Ahi dios, esta niña ahora si que me quiere matar! y va a quedar la…
Mi suegrito pesadilla y la hija del señor Rothschild nos miran con cara de odio, la mamá de Ben y su sobrino con algo así como admiración y el señor pesadilla, alías mi novio de mentira como si se hubiera tragado un ají habanero, no puede tener más cara de espanto, sino su ego saldría corriendo de aquí junto con él, pero como el nivel de tensión debía explotar más todos nos quedamos callados cuando mi suegrito pesadilla le habla a Benedict.
—Hijo, me acompañas al estudio por favor.