Díganmelo fuerte y claro “la había cagado nuevamente” y ahora a niveles estratosféricos, es que esta bocota que me heredó mi santo padre no solamente sirve para el chisme, también para meter la pata hasta el fondo de la mierda.
Protégeme, señor con tu espíritu…
Me doy la vuelta en cámara lenta, después de que veo las caras de los chicos y peor aún, de haber tenido la genial idea de preguntar si el señor pesadilla se encontraba tras de mi y que ellos asintieran.
Esta verde, que digo está pasando a un azul furioso con ribetes rojos en sus ojos de la rabia que bulle desde su interior y yo no sé si salir huyendo o prestarle una pala para que cave mi tumba en este mismo lugar. Capaz y mejor le ayudo a cavar y le hago más fácil el trabajo.
«Sí, eso sería lo mejor, debo pensar en mi obituario... Aquí yace la hermosa recluta Hannah Cicarelli, no le bastó con ser una bocota y terminó siendo eliminada por convivencia»
—Señor, yo…
—Espero que esto no se vuelva a repetir, Cicarelli—me dice, mascu