113. Habla un cómplice
—También te extrañé, hijo —Juan Pablo responde a las palabras hermosas y tiernas de Gabriel, quien con alegría llegó para alegrarle el corazón tal cual Esperanza lo había hecho. Ambos niños sentados en su regazo, todavía en la camilla. Los niños lo vieron anoche, pero luego fue tarde para tenerlos despiertos. Gladys los llevó a dormir, y lo primero que pidieron los pequeños al levantarse fue ir con su papá. Juan Pablo hoy tiene un semblante mejor que el de ayer. Para Gladys, quien con ternura los observa a los tres de brazos cruzados y cerca de la ventana, permanece en silencio. Deja que los pequeños conversen, rían y hablen con su padre, quien no desea que nadie ni nada lo molesten.
—Estoy segura que saldrás de aquí en cualquier momento —Gladys sonríe. Llama la atención de Juan Pablo. Al mirarse, suaviza sus ojos grises y ladea su cabeza, extasiada en esa expresión suave y cada día más llena de amor—. ¿Te sientes bien?
—Me siento completamente bien —asegura Juan Pablo con un par de b