CAPÍTULO 22

Después de un par de horas conduciendo, Blas llegó finalmente a la costa. Miró de reojo a Milena, dormida profundamente a su lado, y no pudo evitar sonreír. Sabía que, al despertar, ella se enojaría aún más, pero confiaba en que podría calmarla, como lo había hecho antes… con un beso.

A pesar de su deseo por ella, sabía que no podía arriesgarse a lastimarla de nuevo. Pero se había acostumbrado a su cercanía, a esa sensación cálida y familiar que solo Milena le provocaba. Su confesión de alegría al verlo de nuevo había encendido en él una chispa de esperanza, algo que creía perdido hacía tiempo.

Recordó su último encuentro, cuando ella, con una timidez encantadora, había correspondido a sus caricias. A veces temía que esos momentos no fueran más que ilusiones suyas, una mezcla de anhelo y nostalgia. Pero hacía unas horas, había aprovechado para besarla, un impulso que había contenido durante los días sin verla. Milena le había devuelto el beso, y esa certeza le dio algo de esperanza.
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