Parpadeé repetidamente, tratando de despertarme. Pero no me desperté... Porque ni siquiera estaba durmiendo.
Todo lo que vi fueron las caras atónitas de mis padres y de Mariane.
- ¿Embarazada? preguntó mi madre, mirando incrédula.
- Tú... ¿No sabías? – El médico me miró.
- No lo sabía. – confesé.
- Así que aprovechemos que estamos aquí y hagamos todas las pruebas necesarias. Te derivaré a un obstetra.
- Sí, hágalo, doctor. Por favor. - Preguntó mi padre y si no me estaba volviendo loco, había una sonrisa en sus labios.
- Entonces le pido que espere, señorita Rockefeller, porque las enfermeras vendrán a buscarla nuevamente para que podamos ver cómo está este bebé.
- Gracias doctor.
No estaba seguro de lo que sentí en ese momento. Pero pensó en cómo cuidaría a un niño si apenas empezaba a dejar de serlo. Dependía económicamente de mi padre y psicológicamente de mi madre. No lo habría logrado solo.
- ¡Un hijo! – exclamó JR.
- O una hija... No lo sabemos. “Mi mamá estaba emocionada.
- Voy