Míos

-Thomas-

Seguimos todo el desayuno retándonos con la mirada y debo decir que mi pequeño diablillo se había ganado con creces el sobrenombre que le había puesto su madre, era un verdadero palo en el culo y cada vez que podía me hacía ver su dominio sobre su queridísima madre, alias mi adorada esposita. El juez Robinson se tuvo que retirar y quedamos en invitarlo uno de estos fines de semana para la celebración de nuestro extraño matrimonio. López estaba hablando por teléfono o mejor dicho discutiendo con alguien y mis papás estaban como dos adolescentes demostrándose su amor.

-Oye tú secuestla mamis...

-¿Podrías decirme de otra forma pequeño bribón?

-Es lo que hay nomás, te guste o no te guste.

-¡Vaya, ahora sí que hablas de corrido!

-Hijo de la glan....

-¡Tomás!

-¡Hostias madle, es que este homble es un veldadelo incoldio, ¿cómo no va a entedel este tío que no puedo plonuncial la ede, ash ele noooooooo la erreeeeee, eso - estaba rojo y colérico, había empuñado sus manitos y ya
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