Capítulo 116. El despertar de Elara.

El silencio después de la muerte del Alfa fue lo peor.

Había tanta calma que parecía extraño. El aire olía a tierra húmeda, a ceniza y a miedo. La oscuridad que había liberado se había disipado por completo, pero todavía la sentía dentro de mí, como una respiración ajena que no terminaba de marcharse.

El viejo Alfa estaba muerto. Lo sabía porque no quedaba rastro de su energía, ni su olor, ni su sombra.

Pero su muerte no trajo paz. Por el contrario trajo caos.

Las manada Luna Silenciosa estaba desorientada

Algunos huían, otros intentaban tomar el mando, y los más fieles a él simplemente enloquecían. No había nadie que los guiara. Luna Silenciosa había perdido su cabeza, y lo que quedaba eran lobos sin control, peleando entre sí.

Pasamos la noche escondidos en una de las casas del límite, una vieja cabaña que Héctor encontró. Ian no se separó de mí ni un segundo. Dormía abrazado a mi costado, con el cuerpo tenso incluso en sueños.

Alaric v